Venezuela ¿Cuidado con el escorpión laIsabel Ceciliae, es mu venenoso? Acuda a una Clínica u Hospital de Inmediato
Información útil para todos los venezolanos:
EL ESCORPIÓN:
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El Viernes en la noche estábamos en la sobremesa con unos amigos en una casa en los alrededores de la Colonia Tovar , en un sitio conocido como 'Villa Bahareque', cuando un escorpión clavó su aguijón en el dedo medio de la mano derecha de una familiar cercana. El dolor le hizo sacudir la mano de inmediato y el escorpión cayó al suelo y, como suelen ser de movimientos lentos, uno de los amigos lo tapó con un vaso, pasándolo luego a un frasco. Hasta aquí, sin saberlo, se hizo lo correcto: apresar al arácnido vivo. De las 30 personas que estaban en el sitio comenzaron a surgir todo tipo de anécdotas y opiniones. A la mayoría los habían picado alacranes en distintas oportunidades y no les había ocurrido nada que lamentar, de modo que recomendaban que se quedara tranquila y que, si acaso se sentía mal, pues que nos fuésemos a un hospital. Sin embargo, nos pareció más sensato el consejo de la minoría, que decía que nos fuéramos de inmediato.
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Salimos rápidamente hacia Caracas, mientras los que se quedaron buscaban por celular al médico indicado.
Tuvimos la suerte de que un amigo dio con el doctor Arellano, quien nos indicó que nos fuésemos a la emergencia de la clínica El Ávila, donde con seguridad se disponía del antídoto elaborado en la Universidad Central de Venezuela, a base de la inoculación del veneno en equinos que, por suerte, es de los más eficaces que se producen en el mundo.
Llegamos a la clínica El Ávila, y al momento llegó el doctor Arellano: un venezolano de los buenos, con 73 años a cuestas, que ha dedicado parte de su vida a la toxicología, y se cuenta entre los fundadores del Centro Toxicológico de Coche.
Al no más llegar nos pidió ver el escorpión, y cuando lo tuvo enfrente se llevó las manos a la cabeza: se trataba de un Isabel Ceciliae, una especie advertida recientemente, a raíz de que pocos años atrás se llevó la vida de Isabel Cecilia, la nieta de cuatro años de un extraordinario escritor y amigo mío. De inmediato el doctor indicó una dosis de antídoto mayor y comenzó el suero intravenoso a batallar con la sustancia mortal del escorpión. De no actuar de inmediato, el efecto del veneno ataca al corazón de la víctima. Mi familiar pasó la noche en la clínica y al día siguiente le dieron de alta, no sin antes hacerle los exámenes necesarios. Ese día fui con el doctor Arellano a casa del profesor González Sponga, un hombre silencioso y juicioso que ha dedicado casi toda su vida a estudiar las especies de escorpiones y ofidios, y quien podía certificar con certeza si se trataba de la especie temida. No cabía la menor duda, lo era.
En conversación con estos hombres de ciencia supe que en Venezuela hay alrededor de 115 especies de escorpiones, de las cuales varias son venenosas, pero hasta la fecha ninguna de veneno más tóxico que laIsabel Ceciliae. Allí también supe que los escorpiones del llano venezolano no suelen ser venenosos, pero que de las 11 especies que pululan en Caracas, tres lo son, y altamente.
También caí en cuenta de mi ignorancia al respecto, y de la ignorancia generalizada sobre este tema.
¿Cómo es posible que si se sabe que en la zona de El Junko habita esta especie letal no se tomen previsiones mínimas?
¿Qué hubiera pasado si esto no ocurre a la 10:00 p.m. sino de día, cuando el tránsito es severo?
¿Habríamos llegado a tiempo al hospital?
Peor aún: ¿Qué habría pasado si el escorpión inocula a un niño y no a ella, y no se hubiese dispuesto cerca del antídoto y el médico indispensable?
La ciencia venezolana ha hecho lo suyo, la doctora Jeannette Poggioli de Scannone y su equipo elaboran el antídoto en la UCV.
Desde allí se libra la batalla contra estos arácnidos que se encuentran en toda la geografía nacional.
El único sitio dónde no se han hallado es en las nieves perpetuas del pico Bolívar. Venezuela es un país de escorpiones, y hay que hacerlo saber. Nada ganamos con la política del avestruz. En todo el territorio nacional se debería contar con el antídoto a la mano, y el entrenamiento médico para administrarlo a quien ha sufrido una picadura de escorpión.
¿Por qué no se adelanta una campaña de medicina preventiva sobre el tema, de manera de reducir el riesgo de mortalidad? Esa campaña debe comenzar por dirigirse a aquella mayoría de buena fe que ignora que se debe actuar de inmediato, que cada segundo que pase puede ser mortal.
P.D.: Por lo pronto, colaboremos enviando este correo a todos nuestros contactos.
Testimonio de Emponzoñamiento escorpiónico
Isabel Cecilia Itriago Viso
![[cecilia.gif]](http://2.bp.blogspot.com/_ETlkW-B6aNk/SWQ7QweYtMI/AAAAAAAAAmg/ia8uM3pKrLY/s1600/cecilia.gif)
El domingo 25 de mayo de 1997, hacia las 6:30 de la tarde, nuestra hija Isabel Cecilia fue emponzoñada por un escorpión, mientras jugaba rodeada de sus padres, abuelos maternos y hermanos en el jardín de nuestra casa en la urbanización del Junko, cerca de Caracas. Aparentemente después del emponzoñamiento el dolor desapareció rápidamente, no quedándole ninguna marca visible de la agresión del escorpión. Sin embargo, muy preocupados por el accidente, decidimos regresar a Caracas para estar cerca de una clínica, en caso de que se presentaran síntomas de envenenamiento. Aproximadamente a la media hora aparecieron los primeros síntomas, cuando nuestra hija se tocó la garganta mostrando que había algo que le molestaba. Durante el trayecto, Isabel Cecilia se quejó, presentando signos de agitación y vomitó alrededor de 4 veces. Llegamos pronto al centro hospitalario.
Cuando ingresamos a Emergencias, explicamos el caso, solicitándole a la pediatra que le pusiera el suero, pues nuestra hija ya había presentado signos visibles de que estaba envenenada y esta había sido la recomendación de dos médicos con los que habíamos conversado telefónicamente durante el camino hacia la clínica. Sin embargo, la pediatra no le dio mayor importancia a los síntomas, quien, además, nos informó que no tenían el suero antiescorpiónico y que en caso de que lo tuviera no debía ser administrado hasta no haberle practicado al paciente una serie de exámenes. Mientras Isabel Cecilia estuvo en Emergencias continuó vomitando regularmente, quejándose de un intenso dolor en el área del abdomen; presentando cada vez más signos evidentes de descoordinación.
Aproximadamente a la media hora de haber ingresado a la clínica apareció el suero que fue puesto a la orden por un pediatra del propio centro clínico. Sin embargo, los doctores decidieron esperar para administrar el tratamiento a que mi hija fuera trasladada a la sala de cuidados intensivos. Presionamos para que se agilizara el traslado, obteniendo como respuesta que esta sala estaba en remodelación por lo que se debía esperar un buen rato. Durante el tiempo que transcurrió entre la aparición del suero y el traslado a terapia intensiva, la doctora llamó a verificar el resultado de los exámenes de sangre, comentando que las amilasas estaban un poquito alteradas, pero sin darle mucha importancia. Después de haber obtenido el resultado de las amilasas, hacia las 9: 30 p.m. la doctora comenzó un largo interrogatorio para llenar la historia médica de mi hija, ganando tiempo hasta que le llegara el aviso de que la sala de terapia intensiva estaba preparada.
Isabel Cecilia fue trasladada sobre las 10 p.m. a terapia intensiva y el suero comenzó a administrársele hacia las 10:30 pm, cuando habían transcurrido 4 horas desde el emponzoñamiento. Poco después de que nuestra hija ingresó a la sala de cuidados intensivos se detectó que estaba sufriendo un edema agudo de pulmón y, como consecuencia de éste, estuvo muy cerca de un paro cardíaco.
En la medida de que transcurría el tiempo, nuestra hija no mostraba signos de mejoría, por lo que muchos médicos deseosos de ayudar comenzaron a comunicarse con el Hospital Toxicológico de Coche, y con Centros Toxicológicos de México y Brasil, pero el daño era irreversible. Isabel Cecilia murió a las 3:15 pm del día lunes 26 de Mayo de 1997, a menos de 24 horas del accidente, teniendo apenas 4 años y medio, y dejando a todos los que tuvimos la dicha de conocerla sumidos en un profundo dolor.
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